lunes, 23 de marzo de 2015

Desporte y Medio Ambiente

Deporte y medio ambiente 

El deporte y el medio ambiente han tenido siempre una gran relación y de cara al futuro esta relación va a tener una gran importancia desde el punto de vista de la prevención de los impacto. Consideramos que los espacios naturales y los espacios urbanos deben ser equipamientos deportivos para el disfrute de las generaciones futuras; práctica deportiva y medio ambiente no tienen por qué ser opuestas, por el contrario, deben estar siempre relacionadas de forma óptima, ya que cuando realizamos actividad física, aumenta el ritmo cardíaco y la respiración, con lo que se logra una mejor oxigenación del organismo. Además, por el diseño natural de nuestro cuerpo creado para el movimiento, la vida sedentaria produce más desgaste que la vida activa. Nadie duda de los múltiples beneficios que el ejercicio aporta a la salud.



Al hablar de deporte y medio ambiente nos vamos a centrar en las actividades desarrolladas en el medio natural. Actividades que tienen una amplia  influencia sobre la salud de las personas. Si observamos como la actividad deportiva  ha sido y es una fuente de impacto ambiental definido, podemos ir de la generalización a la objetivización, estableciendo que las actividades turístico-deportivas también son fuente de impacto ambiental. Hasta el turismo cuyos objetivos son el respeto y conocimiento del medio natural, el denominado turismo ecológico, si no está bien planificado y estructurado puede implicar impactos en la naturaleza.
Este aumento de la relación entre el medio ambiente y el deporte posibilita un fenómeno social, que consiste en el traslado masivo y de forma temporal al medio natural, coincidiendo este traslado con las temporadas que conocemos por vacaciones de verano, semana santa, navidad, fines de semana, etc. La influencia masiva de personas que huyen de las ciudades hacia parajes naturales, no viene condicionada únicamente por el desarrollo técnico de las comunicaciones y medios de transporte, sino también y fundamentalmente, por las agresiones a que se ven expuestas en el medio ingrato en que se ha convertido la ciudad.

Podemos misionar que la realización de deporte en aire libre contribuye en el desarrollo psicofísico de las personas, desde su niñez y en el atleta de alto rendimiento genera un buen rendimiento deportivo. La preparación y el rendimiento se ven afectados al realizar esfuerzos físicos en ciudades cada día más contaminadas y en las que la llegada de oxígeno se ve reducida al encontrarnos con altos niveles de polución que afectan a nuestra salud de formas que aún desconocemos. La vida al aire libre ejercitada en forma de paseos, caminatas, acampadas, la playa, el senderismo entre otras opciones, nos brindan la posibilidad de disfrutar de la naturaleza y muchos de sus beneficios: el sol, el aire puro, la ausencia de los ruidos de la ciudad, la interacción con especies vegetales y animales, el contacto con el agua de ríos, playas, arroyos y lagos. Sobre todo para quienes viven en grandes ciudades, estas actividades suelen resultar bien recomendables, pudiendo incluso ayudar al mejoramiento de las relaciones interpersonales. Solamente unos pocos se dan cuenta de que para disfrutar de salud y alegría deben recibir una buena dosis de luz solar, aire puro y ejercicio físico.



Las personas que han probado respirar oxígeno puro mientras hacen actividad física, aseguran que les ayuda a relajarse, reduce considerablemente el stress, aumenta la concentración y fomenta sentimientos de bienestar general. Aquellos que lo respiran regularmente dicen que estabilizan mejor el sueño, se levantan con mejor ánimo, llenos de mucha energía positiva y son mejores hasta en su vida de relación con los demás compañeros. Las proporciones de dióxido de carbono en el aire son cada vez superiores y esta sobrecarga de sustancias negativas para el organismo influye en nuestro estado físico y por extensión en nuestro rendimiento deportivo.
Existen estudios realizados a atletas que ejercitándose en igual intensidad y duración pero en diferentes localizaciones diferenciadas por sus niveles de polución, dieron resultados sorprendentes. Se usaron baremos de entrenamientos en diferentes alturas, en ambientes urbanos y en poblaciones más aisladas. Los resultados afirmaron científicamente que la influencia de un medio ambiente adverso afecta al rendimiento psicofísico y la salud del deportista.

Otros factores menos atacados pero igualmente importantes son los ruidos (contaminación acústica) y el impacto directo del sol que al tener menos resistencia en la capa de ozono, llega a ser muy virulento.
Los altos sonidos también nos influyen ya que con sonidos de grandes decibelios, se produce un aumento de los niveles de presión arterial y de frecuencia cardiaca que provoca que se llegue antes al estado de fatiga.
La unión del medio ambiente y el deporte comienza a tener protagonismo en la llamada civilización del ocio. Pero la idea de ocio ha cambiado mucho a través de los tiempos, tanto en un sentido cuantitativo como cualitativo. Hoy en día podemos asumir el concepto de ocio como el expresado por Dumazeider (1972), como el tiempo libre dedicado al descanso, diversión y el desarrollo formacional.  El deporte como actividad de ocio cobra cada vez más importancia en el ranking de actividades realizadas en el tiempo libre y así lo demuestran los numerosos estudios que encontramos en el panorama nacional (García Ferrando, 1997). Al mismo tiempo el interés por todo lo relacionado con la naturaleza es un hecho. La simbiosis de estas dos tendencias da lugar al aumento de actividades deportivas en el medio natural como actividades de ocio. La población no se conforma con realizar actividades en el medio natural pasivas (descanso, observación), también quieren realizar actividades que impliquen un conocimiento activo del medio, esto consigue despertar en los practicantes sensaciones y vivencias únicas y la interacción con el medio ambiente y de lo que allí existe, provoca en las personas un sentido de pertenencia.


     En este desarrollo teórico también tenemos que destacar como los términos ecología y deporte se acercan cada vez más. Esta unidad terminológica aparece en el Diccionario de Ciencias del Deporte (1992), que define la ecología deportiva, como la implantación óptima de instalaciones deportivas, de juego y de ocio en el ecosistema local y como el estudio de las relaciones recíprocas entre el deportista y los factores ambientales naturales y antropogénicos, de esta manera podemos entender que el entorno natural nos ofrece un marco idóneo para el desarrollo psicofísico integral. A través de la práctica deportiva también se puede conseguir educación ambiental y cabe poner como ejemplo el carácter interdisciplinar en los contenidos de la enseñanza institucionalizada. 

Juan A. Ruiz E.

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