Deporte y medio ambiente
El deporte y el medio ambiente
han tenido siempre una gran relación y de cara al futuro esta relación va a
tener una gran importancia desde el punto de vista de la prevención de los impacto. Consideramos que los espacios naturales y los espacios urbanos deben ser
equipamientos deportivos para el disfrute de las generaciones futuras; práctica
deportiva y medio ambiente no tienen por qué ser opuestas, por el contrario,
deben estar siempre relacionadas de forma óptima, ya que cuando realizamos
actividad física, aumenta el ritmo cardíaco y la respiración, con lo que se
logra una mejor oxigenación del organismo. Además, por el diseño natural de
nuestro cuerpo creado para el movimiento, la vida sedentaria produce más
desgaste que la vida activa. Nadie duda de los múltiples beneficios que el
ejercicio aporta a la salud.
Al
hablar de deporte y medio ambiente nos vamos a centrar en las actividades
desarrolladas en el medio natural. Actividades que tienen una amplia influencia sobre la salud de las personas. Si
observamos como la actividad deportiva ha sido y es una fuente de impacto ambiental
definido, podemos ir de la generalización a la objetivización, estableciendo
que las actividades turístico-deportivas también son fuente de impacto
ambiental. Hasta el turismo cuyos objetivos son el respeto y conocimiento del
medio natural, el denominado turismo ecológico, si no está bien planificado y
estructurado puede implicar impactos en la naturaleza.
Este
aumento de la relación entre el medio ambiente y el deporte posibilita un
fenómeno social, que consiste en el traslado masivo y de forma temporal al
medio natural, coincidiendo este traslado con las temporadas que conocemos por
vacaciones de verano, semana santa, navidad, fines de semana, etc. La
influencia masiva de personas que huyen de las ciudades hacia parajes
naturales, no viene condicionada únicamente por el desarrollo técnico de las
comunicaciones y medios de transporte, sino también y fundamentalmente, por las
agresiones a que se ven expuestas en el medio ingrato en que se ha convertido
la ciudad.
Podemos
misionar que la realización de deporte en aire libre contribuye en el
desarrollo psicofísico de las personas, desde su niñez y en el atleta de alto
rendimiento genera un buen rendimiento deportivo. La
preparación y el rendimiento se ven afectados al realizar esfuerzos físicos en
ciudades cada día más contaminadas y en las que la llegada de oxígeno se ve
reducida al encontrarnos con altos niveles de polución que afectan a nuestra
salud de formas que aún desconocemos. La vida al aire libre
ejercitada en forma de paseos, caminatas, acampadas, la playa, el senderismo
entre otras opciones, nos brindan la posibilidad de disfrutar de la naturaleza
y muchos de sus beneficios: el sol, el aire puro, la ausencia de los ruidos de
la ciudad, la interacción con especies vegetales y animales, el contacto con el
agua de ríos, playas, arroyos y lagos. Sobre todo para quienes viven en grandes
ciudades, estas actividades suelen resultar bien recomendables, pudiendo
incluso ayudar al mejoramiento de las relaciones interpersonales. Solamente
unos pocos se dan cuenta de que para disfrutar de salud y alegría deben recibir
una buena dosis de luz solar, aire puro y ejercicio físico.
Las
personas que han probado respirar oxígeno puro mientras hacen actividad física,
aseguran que les ayuda a relajarse, reduce considerablemente el stress, aumenta
la concentración y fomenta sentimientos de bienestar general. Aquellos que lo
respiran regularmente dicen que estabilizan mejor el sueño, se levantan con
mejor ánimo, llenos de mucha energía positiva y son mejores hasta en su vida de
relación con los demás compañeros. Las proporciones de dióxido de carbono en el
aire son cada vez superiores y esta sobrecarga de sustancias negativas para el
organismo influye en nuestro estado físico y por extensión en nuestro
rendimiento deportivo.
Existen
estudios realizados a atletas que ejercitándose en igual intensidad y duración
pero en diferentes localizaciones diferenciadas por sus niveles de polución,
dieron resultados sorprendentes. Se usaron baremos de entrenamientos en
diferentes alturas, en ambientes urbanos y en poblaciones más aisladas. Los
resultados afirmaron científicamente que la influencia de un medio ambiente
adverso afecta al rendimiento psicofísico y la salud del deportista.
Otros
factores menos atacados pero igualmente importantes son los ruidos
(contaminación acústica) y el impacto directo del sol que al tener menos
resistencia en la capa de ozono, llega a ser muy virulento.
Los
altos sonidos también nos influyen ya que con sonidos de grandes decibelios, se
produce un aumento de los niveles de presión arterial y de frecuencia cardiaca
que provoca que se llegue antes al estado de fatiga.
La
unión del medio ambiente y el deporte comienza a tener protagonismo en la
llamada civilización del ocio. Pero la idea de ocio ha cambiado mucho a través
de los tiempos, tanto en un sentido cuantitativo como cualitativo. Hoy en día
podemos asumir el concepto de ocio como el expresado por Dumazeider (1972),
como el tiempo libre dedicado al descanso, diversión y el desarrollo
formacional. El deporte como actividad
de ocio cobra cada vez más importancia en el ranking de actividades realizadas
en el tiempo libre y así lo demuestran los numerosos estudios que encontramos
en el panorama nacional (García Ferrando, 1997). Al mismo tiempo el interés por
todo lo relacionado con la naturaleza es un hecho. La simbiosis de estas dos
tendencias da lugar al aumento de actividades deportivas en el medio natural
como actividades de ocio. La población no se conforma con realizar actividades
en el medio natural pasivas (descanso, observación), también quieren realizar
actividades que impliquen un conocimiento activo del medio, esto consigue
despertar en los practicantes sensaciones y vivencias únicas y la interacción
con el medio ambiente y de lo que allí existe, provoca en las personas un
sentido de pertenencia.
En este desarrollo teórico también tenemos
que destacar como los términos ecología y deporte se acercan cada vez más. Esta
unidad terminológica aparece en el Diccionario de Ciencias del Deporte (1992),
que define la ecología deportiva, como la implantación óptima de instalaciones
deportivas, de juego y de ocio en el ecosistema local y como el estudio de las
relaciones recíprocas entre el deportista y los factores ambientales naturales
y antropogénicos, de esta manera podemos entender que el entorno natural nos
ofrece un marco idóneo para el desarrollo psicofísico integral. A través de la
práctica deportiva también se puede conseguir educación ambiental y cabe poner
como ejemplo el carácter interdisciplinar en los contenidos de la enseñanza
institucionalizada.
Juan A. Ruiz E.
Juan A. Ruiz E.
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